Friday, March 19, 2010

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Nos despertamos, seguimos las rutinas de cada día, los mismos hábitos, las mismas horas, las mismas caras. Las rutinas son buenas porque nos permiten dejar la cabeza libre para pensar otras cosas, porque los humanos somos animales con hábitos. Aquello importante son las múltiples sorpresas que nos regala el día a día (que no son pocas –e surrealistas-). Hay días que me despierto y no se dónde estoy, mi cuerpo físicamente está aquí, pero mi cabeza vuela por los rincones más insospechados. Hoy me he levantado con esta música, que me conecta (a través del hipocampo y de mi corteza) con memorias felices y cálidas. Entonces salto de la cama, pierdo el tiempo como cada día y, sólo entonces, dejo que empiece la rutina. Ahora mis sentidos ya no viven alerta pero ya nunca duermen, aprendí en una de las muchas carreras a ser más que un cuerpo en un punto, una cabeza volando, a ser más yo; aprendí a ser más que una utopía. Así que, otra vez más, seguiré buscando atardeceres porque fue una bonita lección, disfrutar de su energía y de su belleza.

Nos vemos en las nubes.


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